Dulce caballero de incesante aroma
De una hermosa y solitaria historia
Dulce caballero, dueño de una melancólica compañía, dueño poco a poco de la mayor parte de mis días y de mis suspiros.
Dulce caballero, marcado por la soledad de su esencia, digno del baluarte más cariñoso por excelencia.
Dulce caballero, propietario de palabras y silencios intermedios, dueño de siestas vespertinas y de mis respiros matutinos.
Dulce caballero, propietario del confín anhelado por una espera, dueño irreparable de mis ideas.
Dulce caballero, fuente de inmensos tiempos de amor, dueño de los inocentes garabatos de un niño en la pared.
Dulce caballero, dueño de olvidos en medio de una mapa, dueño de pareceres de un entusiasmado enamorado.
Dulce caballero, dueños de los asombros surgidos en la partida de la rutina.
Dulce caballero, dueño de palabras sin letras, dueño de promesas en medio de un ocaso.
Dulce caballero, dueño la imaginación de un "lo siento" en medio de murmullos.
Elmer Yapo
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